viernes, 13 de abril de 2012

El socialismo ya no es lo que era... Y su nuevo rostro, ¿se perfila más latino?

El biosocialismo, el biopoder, el buen vivir y más paradigmas se debaten en varios escenarios políticos. Una conversación con René Ramírez abre otros cauces a ese diálogo y coloca hitos en diversas reflexiones

Por Orlando Pérez

No es muy cierto que el marxismo se congeló. Quizá muchos marxistas no saltaron de sus postulados iniciales, los miraron y congelaron casi como hacen las iglesias con la Biblia. Lo cierto es que ahora “los marxistas” proliferan. Y proponen, desde diversas miradas, unas tesis y unos postulados que dejarían boquiabierto al propio Marx, levantarían de su tumba, lleno de emoción, a Lenin y devolverían al mismísimo Ché Guevara más ganas de guerrear por el mundo, con renovadas utopías.
Y todo ello ocurre, además, en territorios insospechados hasta hace una década. En los países ex socialistas de Europa del Este hay ahora potentes tesis de neomarxistas que se destacan tras el fracaso del neoliberalismo en la Europa Central. Uno de los más ponentes y paradigmáticos, el esloveno Slavoj Zizek, quien “levantó polvareda” con un libro como “Lenin reactivado. Hacia una política de la verdad” hace unos dos años. Y no hay que olvidar a Noam Chomsky, James Petras, Sami Nair, Samir Amin y Eduard Said.
Al comenzar este siglo, en América Latina la efervescencia de una supuesta sociedad civil (en esa concepción liberal que quedó postrada) que agitaba algunas ideas, pero en realidad eran los movimientos sociales los que ponían la marca, aunque en la prensa eso significara solamente bullicio y un desface con “el fin de la historia”.
Dirigentes e intelectuales orgánicos trabajaban casi en silencio y excluidos de los grandes escenarios políticos. Hay una lista larga de nombres y obras.
Significativamente, a la par, los movimientos políticos se “encausaban” en la toma del poder en algunos países sudamericanos. Uno de ellos, (Bolivia) tuvo a un presidente indígena y a un vicepresidente ex guerrillero. En otro, Brasil, un dirigente sindical llegaba a la presidencia y toda la oleada de intelectuales de izquierda de esa nación se incorporó al gobierno. Igual pasó en Uruguay y, en parte, en Chile, así como en Argentina.
El caso boliviano es el más significativo por su complejidad social, étnica y política. Y en esa nación y desde el ejercicio del poder, Álvaro García Linera ha construido unos conceptos y unas propuestas político-teóricas para entender mejor lo que estamos viviendo en el continente. Un documento profundo e inquietante es Las tensiones creativas de la Revolución. Allí hay unas luces sobre lo que ahora significa ser y estar en el Estado, cómo la sociedad se moviliza con el “poder” y con él construye políticas públicas, además de considerar cómo las nuevas condiciones obligan a una relectura del mismo marxismo y no desde la crítica y negación irracional del mismo. Y casi por la misma vía se encuentra Emir Sader, un intelectual brasileño que desata nuevas interpretaciones de la teoría marxista y la profundiza. Uno de sus textos más brillantes es Hegemonía y Contrahegemonía para otro mundo posible.
Y si hay un síntoma en los dos (sin desconocer a otros muchos) es que miran retrospectivamente a la izquierda latinoamericana reconociendo todos sus aportes sólidos, como en su momento lo sostuvo Mariátegui, por solo mencionar uno, pero también evaluándola críticamente a partir de 1959, cuando triunfa la revolución cubana. (vale la pena leer al respecto El Nuevo Topo, de Emir Sader) Por eso, ahora, esa memoria y ese cúmulo de experiencia política, les permiten a ellos diseñar unas visiones estratégicas del sendero a recorrer, pero también, por supuesto, del reciente proceso experimentado con la izquierda en el poder ya no en uno (como pasaba con Cuba) sino en varios gobiernos.
Y en todo ese panorama se inscribe la presencia de la Revolución Ciudadana en Ecuador. Un proceso visto desde afuera, al principio, con recelo y hasta indiferencia, pero ahora muchos más atendido y observado con por numerosos políticos, intelectuales y académicos.
Un libro que se aproxima testimonialmente a lo que es la Revolución Ciudadana, liderada por Rafael Correa, (para muchos) un “desconocido” revolucionario, es “Ecuador: una nueva izquierda en busca de la vida en plenitud”, de Marta Harnecker. Pero han sido los mismos actores de la Revolución Ciudadana los que, con más o menos intensidad, han reflexionado sobre lo que propusieron, vivieron y proyectan, aunque todavía es insuficiente y precario frente a lo que pasa, cuando ocurren estos procesos, en otros países.
La entrevista que sigue, con René Ramírez, es una aproximación fresca a lo que está pasando en Ecuador. Él ocupa un alto cargo en el Gobierno de Rafael Correa, pero desde hace algunos años transita por una teorización y una explicación práctica de la realidad que afronta este nuevo siglo.
Lo hace siempre con una claridad y una luminosidad puntillosa . Se “codea”, en sus trabajos y escritos (que no deja de publicar, a pesar de la carga burocrática de su función pública) con aquellos pensadores que en América Latina andan reflexionando sobre el devenir del continente. Uno de ellos, por ejemplo, es el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera. Otro es el brasileño Emir Sader. Pero con los dos puede tener puntos de contacto y algo que lo distancia profundamente: Ramírez va más allá del análisis y el diagnóstico, la reverencia a los clásicos y a ciertas escuelas. De lo que se narra en esta entrevista, de sus últimos libros y de charlas y conversas, sostenidas con puntos suspensivos o paréntesis entre encuentro y encuentro, hay una idea profundamente izquierdista que navega por su cabeza: la transformación del Ecuador no va a llegar apegada a ningún manual y mucho menos de la “cómoda” condición de ministro de Estado. Y algo más: la distancia plena que pone con la izquierda clásica y la que se quedó anclada en la protesta, a partir de unas propuestas teóricas para ecualizar el proyecto político en marcha, que en caliente afronta las dos tensiones de todo gobierno revolucionario: cambiar la realidad pensando en el futuro más promisorio y administrar el presente con todo el peso de las resistencias de la misma sociedad, como ya en su momento lo advirtieron los clásicos del marxismo y quienes han ejercido el poder.
¿Por qué debe entenderse el socialismo del buen vivir como un biosocialismo? ¿Qué lo caracteriza, identifica y particulariza del socialismo concebido por los clásicos Carlos Marx, Federico Engels y Lenin?
El socialismo del Buen Vivir es un pacto de convivencia que nace del pueblo ecuatoriano y que ha sido suscrito en la nueva Carta Constitucional firmada en 2008. En esta Constitución se plasma lo que yo he denominado socialismo del buen vivir o biosocialismo republicano. Simplificando, el núcleo de la apuesta del socialismo clásico fue el tema redistributivo, la igualdad. Sin lugar a dudas la igualdad tiene que seguir siendo uno de los pilares del socialismo del buen vivir. Pero, a mi modo de ver, la agenda de izquierda que esbozó el pueblo ecuatoriano en Montecristi no solo apunta hacia la búsqueda de igualdad. Existen otros temas adicionales que le dan una particularidad a nivel de las utopías constitucionales vigentes. Una de ellas es el paso del antropocentrismo al biocentrismo. Lo importante no es únicamente el ser humano sino la vida en su conjunto, incluso como parte constitutiva de la garantía de la propia vida de los seres humanos. Debemos recordar que Ecuador es el único país del mundo que en su Constitución garantiza los derechos de la naturaleza. A su vez, esta Constitución es republicana en el sentido de que busca una igualdad en el marco de la diferencia y en el marco de la construcción de una democracia no únicamente representativa sino participativa y deliberativa, en la que cada ciudadano no sólo tiene derechos sino obligaciones y responsabilidades para con la comunidad política.
A ese biosocialismo le otorgas una ética particular o muy propia. ¿Cómo se entiende esa ética, desde qué “moralidad”?
La ética del socialismo del buen vivir es una bioética, una ética de recuperación de lo público y lo común, una ética basada en la satisfacción de necesidades y que se sustenta en la igualdad de todos los seres humanos en el marco del respeto a la diversidad. Al recuperar el sentido del bien común y la dimensión colectiva de la política y la sociedad, frente a la perspectiva exclusivamente privada e individualista que pregona el utilitarismo liberal (neoliberalismo), se recupera el sentido ético y moral del vivir-en-común.
En esa lógica, ¿cómo superar un modelo y concepción de desarrollo que se sustenta en el extractivismo y a la vez el consumo cala en la estructura y lógicas culturales de la gente?
Para contestar esta pregunta es necesario analizar 3 aspectos. El lado ético, el análisis del extractivismo en el marco del patrón de especialización productiva general y la arista política.
Existe un debate ético que debemos enfrentar. Ecuador necesita 40.000 millones de dólares para satisfacer necesidades básicas. En el corto plazo, ¿qué patrón de especialización permite esbozar un patrón de acumulación que cubra estas necesidades? Otras experiencias mundiales dicen que un cambio en el patrón de especialización no tarda menos de 25 años. ¿Cuál es el equilibrio ético en términos de acumulación que deben esperar los ecuatorianos que no tienen satisfechas sus necesidades básicas? ¿Cuántas generaciones más se deben perder para conseguir tal objetivo? En el caso de explotar los recursos naturales, ¿cuál es el equilibrio que garantiza la satisfacción de las necesidades básicas para las generaciones presentes y futuras? Creo que las respuestas no son blancas y negras. No es extractivismo vs. no extractivismo. ¿Podríamos dejar de extraer petróleo de la noche a la mañana? No es viable políticamente. Las preguntas son simples pero muy complejas: dónde, cómo, hasta cuándo y para qué. Un primer paso para el país es un pacto territorial, es decir, con un buen ordenamiento territorial la disyuntiva se desvanece en algo. Por ejemplo, no hacer extractivismo en zonas megadiversas y hacerlo, aún con todos los cuidados ambientales, en aquellos territorios con altos niveles de erosión de sus tierras.
No obstante, el real problema no es el extractivismo. Es un modelo que genera un sistema productivo ocioso. El extractivismo incluyendo minas y petróleo constituye el 13% del PIB. Empero, del total de la oferta de bienes y servicios, el 50% proviene de la intermediación financiera (en el campo de intermediación de alimentos) y de las importaciones. Es decir, se obtienen rentas sin generar puestos de empleo suficientes ni valor agregado. Se financia el empleo del exterior, no se genera valor agregado y el que tiene más capital puede multiplicar su propio capital. El juego tradicional de la oligarquía perezosa. El incremento de los precios de los commodities financia las importaciones de un grupo oligopólico que sin hacer nada recibe grandes rentas y auspicia el consumo de bienes importados. El modelo no es extractivista sino un modelo ocioso de generación de riqueza. En este sentido, volvemos al “para qué” del extractivismo: es justamente para generar otra forma de generación de riqueza que haga sostenible la satisfacción de las necesidades de las generaciones presentes sin que ello suponga sacrificar las necesidades de los que vienen; es decir, un extractivismo que sirva para salir del extractivismo. Cierta izquierda únicamente ha puesto sus ojos en la minería o petróleo sin observar que el problema es la economía política que permite que grupos oligopólicos financieros e importadores se lleven la riqueza del país sin generar nada de valor agregado ni empleo en el país. Creo que los tiros del debate deben apuntar a otro lado, el extractivismo es solo una arista del problema, quizá no la más relevante.
En el lado político, el centro de cualquier estrategia de desarrollo no es lo económico –como se nos quiso hacer creer– sino lo político. Eso hay que tener muy claro para no cometer errores. El socialismo del buen vivir es el fin, pero su consecución no puede ser hecha de la noche a la mañana. Parafraseando al antropólogo K. Polanyi, en este momento histórico del país lo más importante es la “gran transición” para conseguir esa “gran transformación”. El primer paso ha sido poder disputar el cambio de la estructura del poder político y eso solo se puede hacer desde la misma conducción del Estado. Cualquier otra vía es ingenua. Creo yo que hemos llegado a cinco años y medio en el Gobierno y recién en este último tramo tenemos ya la posibilidad de disputar a los poderes de facto. Digo disputar. Ello no supone que siempre sea posible zanjar dichas batallas en favor del interés general. Para mantenerse en la disputa del cambio, el Gobierno debe ir hacia adelante, continuar con la política de redistribución de la riqueza, mejorar la calidad de vida de la población y propiciar la organización y la auto-organización social. No hacerlo es no pensar políticamente la viabilidad del cambio estructural.
Algunas veces se escuchan voces desde la izquierda que argumentan que el objetivo es que la lógica del sistema económico sea anticapitalista sin importar el cómo. Las alternativas anticapitalistas que defienden algunos sectores de la izquierda muchas de las veces no son asequibles a escala meso o macro debido, justamente, a la imposibilidad de coordinación, distribución y acceso a información a escala global de los modelos propuestos, o dado que simplemente no cumplen el objetivo básico de satisfacer las necesidades de la gente. Por ejemplo, de acuerdo al censo de población de 2010, el 12% de la PEA que realiza trabajo dentro del hogar (es decir, que pertenecería a un tipo de economía social y solidaria) es mayoritariamente pobre (60%), según la satisfacción de sus necesidades básicas (NBI). Si una economía que busca ser anti (o incluso post) capitalista no mejora las condiciones materiales de producción y reproducción de la vida social de la población y no permite superar la pobreza, no solo no es viable políticamente sino tampoco es deseable éticamente, por más lógica de “acumulación no capitalista” que suponga.
El peor de los mundos sería el que por no utilizar inteligente y responsablemente los recursos naturales para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y pagar la deuda histórica de los grupos excluidos, se pierda la oportunidad de transformar el poder, distribuirlo y caminar hacia la sociedad del buen vivir.
Ligado a todo lo anterior, ¿cómo se entienden y construyen las sociedades del “bioconocimiento”, las biopolis?
Vivimos un neodependentismo que ya no se basa en depender deproductos manufacturados sino, sobre todo, en la heteronomia frente a productos y servicios menta-facturados (conocimiento). Cada vez que sale una nueva versión de los programas de Microsoft debemos comprarla y actualizarlos. La biopolis, justamente, busca construir una sociedad en la que su mayor riqueza sea la vida y cuya garantía de reproducción venga del conocimiento intangible (ciencia, tecnología e innovación). Somos un país rico porque somos un país con mucha vida. Nuestra ventaja comparativa no es el petróleo o los minerales sino nuestra biodiversidad. Si nuestra ventaja comparativa es la biodiversidad podemos apostar a que a través del conocimiento se genere riqueza que garantice la reproductividad de la vida, tanto de la naturaleza como de la del ser humano. Si sistemáticamente se hubiese destinado tanta inversión para la innovación científica y tecnológica de la biodiversidad (bio-medicina, agro-ecología, bio-fertilizantes, bio-remediación, energía alternativa, etc.) como se ha invertido en el sector petrolero (7.300 millones solo en la última década) este momento no seríamos un país con un modelo extractivista ni ocioso. Aunque no se crea, llevamos 40 años de explotación petrolera y no tenemos un solo centro de investigación científica de energía (ni siquiera petrolera). Esa sí es la estupidez de la abundancia. Muy triste.
En ese nuevo escenario, ¿cómo se sustentan los “sustantivos críticos”? ¿Desde dónde se generan y cómo se plasman en las políticas públicas?
América Latina está recordando que puede caminar con sus propios pies, sentir con su propio corazón y pensar con su propia cabeza. La derecha puso la agenda durante los últimos 20 años y la izquierda únicamente la adjetivó. Por ejemplo, al sujeto desarrollo le puso el adjetivo sustentable; al sustantivo democracia se añadió la palabra participativa. Por eso es necesario generar sustantivos críticos desde la izquierda que busquen estar uno, dos, diez pasos delante de la supuesta inmortal agenda del neoliberalismo. Para esto nuestras democracias deben ser innovadoras sin tener miedo al error. Creo que lo estamos haciendo. Un buen ejemplo es la creación del sustantivo crítico del “buen vivir” o “derechos de la naturaleza” o plurinacionalidad o ciudadanía universal. Únicamente se podrán generar sustantivos críticos con sus respectivas respuestas en la medida en que pensemos nuestras realidades, nuestras necesidades y nuestras potencialidades en el marco de la nueva geo y bio-política mundial.
Si el objetivo del biosocialismo es pasar de la supremacía del capital e incluso del trabajo, a la de la vida, ¿cómo se mide, entonces, el valor del tiempo en la vida? ¿Constituye el tiempo otro valor, con otras connotaciones? ¿es el tiempo social un valor distinto?
El valor es una construcción social. El socialismo clásico defendió la supremacía del trabajo sobre el capital. Defendió dichos principios porque tenía una visión productivista. El biosocialismo propone la supremacía de la vida sobre el trabajo y de éste sobre el capital. Esto implica construir una escala de valores diferente a la que impera en el capitalismo. Pero a su vez implica construir unidades de valor que permitan edificar otra ética, otra episteme, otro orden social. Por eso he propuesto usar como unidad de valor al tiempo. El tiempo es una variable adecuada para pensar el valor de cada aspecto y de cada instancia de la vida. A quien entregas tu tiempo, entregas tu vida. Pero no solo es importante medir el tiempo sino el tiempo dedicado a la buena vida o a la vida plena: tiempo para el ocio liberador, para la contemplación, para la amistad, para el amor, para la participación pública, para el trabajo emancipador. Es decir, lo importante es la generación y disfrute de las relaciones sociales, de los bienes relacionales (en los cuales se incluye la relación entre el ser humano y la naturaleza). Pueden existir otras unidades de análisis como la energía o lo biofísico. Sostengo que si bien estas variables pueden funcionar a nivel macroeconómico, políticamente necesitamos una unidad que permita disputar el significado que tiene hoy en día el dinero. Si a una persona de a pie se le pone a elegir entre diversos criterios de valoración de la vida como toneladas de biomasa, “julios” (unidad de medida de la energía), y dinero (dólares), seguramente escogerá este último. Pero si a esta misma persona se le da a escoger entre dinero y tiempo dedicado a estar con sus amigos, familia u ocio liberador, al menos pensará dos veces con qué se queda.
Si lo anterior ocurre, ¿no se estaría asumiendo como una reproducción de lo que sucede en sociedades liberales europeas donde se habla de “ciudades lentas” donde hay menos horas laborables y más empresas y oficinas más cercanas al hogar?
Uno de los principales retos que tenemos como civilización es que el trabajo no sea alienado. Usualmente se busca disminuir las horas de trabajo como fin porque existe una escisión entre el mundo de trabajo y el mundo de la vida. Esa es una de las grandes tragedias de nuestros tiempos. Si asumimos que no se puede cambiar el sistema, me parece correcto que el objetivo sea buscar disminuir las horas de trabajo. No obstante, lo que debemos buscar es cambiar el sistema hacia uno en que no se distinga el trabajo de la reproducción de la vida plena. Construir un sistema en que el trabajo sea emancipador per se. Generalmente desde una perspectiva simplista de izquierda se ataca la flexibilización del trabajo. El problema no es la flexibilización, sino que aparejado a esto se pierdan derechos. Yo estoy de acuerdo en una flexibilización del trabajo, pero que garantice todos los derechos de sus trabajadores, empezando por un salario digno. Debemos llegar a una flexibilización tal, en que no exista escisión entre el mundo de la vida y el mundo del trabajo; es decir, donde no exista escisión –como señala Marx- entre el ser humano y la existencia humana. Solo así el trabajo sería parte de la vida buena. Existe mucha diferencia entre construir sociedades lentas con empresas y oficinas cercanas al hogar para mejorar la competitividad y la satisfacción del trabajador a intentar construir sociedades en que la separación entre trabajo y mundo de la vida se evapore. Las ciudades lentas podrían ser un paso intermedio, no el punto de llegada.
Un referente económico y hasta simbólico del capitalismo y de las sociedades liberales es el PIB. ¿Cómo se contrapone el PIB verde al del capitalismo y cómo se construye como referencia de otra calidad de vida?
Cuando oigo que se menciona al PIB verde como algo contrapuesto al capitalismo me doy cuenta de cuan bien ha construido su hegemonía el capitalismo. El PIB verde es parte de la contabilidad del capitalismo, solo que incorpora las externalidades (negativas generalmente) que produce la actividad económica. Es la mercantilización de la naturaleza. Algo similar sucede con aquella demanda supuestamente progresista de incorporar en las cuentas nacionales el trabajo no remunerado. Lo peor de todo es que usualmente se valora el trabajo no remunerado de las mujeres con el salario menos valorado en la sociedad que suele ser el salario de las empleadas domésticas. La unidad de valor sigue siendo el dinero. No podemos construir un nuevo orden social si tenemos como unidad de valor de la sociedad una variable tan deshumanizante como es el dinero. Por eso, he propuesto utilizar el tiempo como unidad de valor. Para ello he propuesto dos indicadores sintéticos que disputan el sentido del PIB per cápita: la esperanza de vida saludable y bien vivida y la esperanza de vida de la naturaleza medidas en unidades temporales (años, días, horas, etc.). No es lo mismo tener toda una sociedad pensando en cómo subir el ingreso por persona de un país, a otra que esté pensando cómo incrementar la esperanza de vida saludable y bien vivida de su población. En la primera se valora la capacidad de compra de la ciudadanía; en la segunda se valora la vida, pero no cualquier tipo de vida, sino aquella vivida de modo digno, saludable y a plenitud.
Con todos estos elementos, ¿qué le impide a la izquierda conectarse con esas otras búsquedas y se afirma en los postulados que dividen y polarizan todo entre derecha e izquierda, colocando en la primera a todo el que se les opone conceptual y políticamente?
Tenemos que recuperar el sentido del conflicto en la democracia. Creo que es necesario marcar claramente cuales son las fronteras entre la izquierda y la derecha. Eso es políticamente indispensable. Una de las mayores operatorias hegemónicas del neoliberalismo fue la construcción de un pensamiento único. Esto llevó a que converjan viejos postulados de izquierda y derecha. Por ejemplo, lo hemos visto bajo los omnicomprensivos conceptos de “descentralización”, “autonomía” o “sociedad civil”. Nadie se atrevió a ponerlos en tela de duda y cuestionar sus contenidos. Así la autonomía fue per se buena, la descentralización, per se democrática y la sociedad civil, per se fuente de toda legitimidad liberadora. La vida política democrática se terminó por concebir como una suerte de diálogo infinito sin conflictos. Desde esta concepción, la sociedad en la que vivimos habría dejado de estar estructurada por la división social y el conflicto. ¡Perfecta operatoria hegemónica! Pero debemos tener claro que la disputa es inherente a la vida social y que el conflicto desempeña un papel integrador clave en la democracia moderna. Ya vivimos el 22 de marzo del presente año. En este marco, negar el conflicto es aceptar el dominio sin disputarlo. La idea que ha imperado no solo desde la derecha sino desde la izquierda que se niega a pensarse a sí misma, es que la política democrática es la política del consenso. Esta es una posición profundamente liberal, pero, sobretodo, conservadora, que niega justamente el pluralismo y antagonismo que son constitutivos de cualquier política democrática. Una izquierda no conservadora no se puede negar a pensarse a sí misma sistemáticamente, ni tampoco “comerse el cuento” de que el conflicto es malo y que el consenso es el fin de la democracia; más aún en una sociedad tan estratificada como la ecuatoriana. Esa posición mata a la democracia y perpetúa un statu quo injusto.
¿Cómo imaginas el perfil del izquierdista del siglo XXI? ¿Caben en ese perfil los indignados, los forajidos, los “ocupis”, los jóvenes árabes, entre otros que han protestado contra el capitalismo?
Todos ellos caben, sobre todo como fuerza política movilizadora de lo común. Recordemos la pancarta: “Nosotros somos el 99%, ellos el 1%”. Pero como señalé, una de las diferencias importantes de una nueva izquierda es no únicamente resistir al capitalismo, sino arriesgarse a proponer un nuevo orden social. La izquierda revolucionaria no puede conformarse con administrar mejor el sistema capitalista sino que debe buscar transformarlo.

martes, 10 de abril de 2012

La entrevista con Julian Assange

Tomada de la edición impresa del Martes 10 de Abril del 2012
EL ROL DE LA PRENSA EN LAS ESTRATEGIAS GEOPOLÍTICAS Y EN LOS CONFLICTOS DE LAS GRANDES POTENCIAS QUEDA EN ENTREDICHO




Cientos de cables que filtró WikiLeaks han sido ocultados por los grandes periódicos. Assange revela cómo el New York Times “cedió” el control de su línea editorial al Gobierno. Y desnuda otros casos delicados.

Julian Assange es el fundador de la organización WikiLeaks. Desde diciembre de 2010 pasó a ser casi “un objetivo de guerra”. Foto: Copyright 2011. Allen Clark

LA PRENSA OCULTÓ INFORMACIÓN QUE WIKILEAKS FILTRÓ

Orlando Pérez, Director

Fue hace un mes que se contactó a Julian Assange, por intermedio de uno de sus colaboradores. Inmediatamente accedió a un intercambio de correos y mensajes electrónicos, por seguridad.

En medio estaba la urgencia por la tensión creada dado que se acercaba el momento de que Londres decida su extradición a Suecia. Aquí el resultado de un intercambio de correos electrónicos durante un mes.

¿Cuáles son los cargos concretos que pesan sobre usted en el pedido de extradición hecho por la Fiscalía sueca?

No existe ningún cargo contra mí en ningún país del mundo hasta el día de hoy. La Fiscalía de Suecia ha solicitado mi extradición para interrogarme únicamente y con base en una orden de extradición inválida. Lo que existe hasta la fecha en Suecia es una investigación preliminar abierta.

Aunque he ofrecido a la señora fiscal de Suecia a cargo del caso que me interrogue por una comisión rogatoria, videoconferencia o simple conversación telefónica, ésta se ha negado, sin una explicación que justifique su negativa, a llevar a cabo el interrogatorio si no se desarrolla en territorio sueco.

Es un procedimiento estándar en estos casos para los investigadores europeos que desean recolectar información y corroborar hechos, usar el teléfono o viajar a los países. Nada impediría hacerlo. Ellos admitieron a la Corte Suprema de Reino Unido que nada les impide hacerlo y se rehúsan a explicarles a todos, incluyendo a las cortes, por qué ellos no hablarían conmigo, restringiendo mi libertad ya por más de un año.

¿Cree usted que el sistema de Justicia de Suecia, un país tradicionalmente progresista, responde a presiones políticas? ¿Cuáles concretamente?

Suecia era un país progresista, pero no lo es más desde el asesinato de Olof Palme. Suecia goza de una reputación progresista que ya no merece. En realidad, es el país con la más alta manufactura de armas per cápita del mundo, por encima incluso de Israel. La mayor parte de sus políticas progresistas que marcaban el modelo del estado del bienestar de los años 60 ya no existen.

En la década del 2000, Suecia rompió con dos siglos de neutralidad cuando delegó a sus propios soldados al control de Estados Unidos en Afganistán. No tengo fe en que Suecia me proteja, ya que ya ha dejado atrás sus ideales para convertirse en un aliado férreo de los Estados Unidos, a espaldas incluso de su propia población.

Sabemos por los cables diplomáticos publicados por WikiLeaks que Estados Unidos ha entablado numerosos acuerdos informales para evitar el escrutinio del parlamento sueco. Por ejemplo, sacamos a luz que el gobierno sueco permite que Estados Unidos de América acceda a los datos privados y a las comunicaciones de la población sueca, sin que esta decisión fuera siquiera planteada al Parlamento.

Los cables revelan que incluso dentro del mismo gobierno sueco no se conoce el alcance de la colaboración sueca con EE.UU., y que abrir la cuestión al Parlamento pondría en peligro acuerdos informales de compartir información existente, y resultaría en críticas al gobierno sueco, por parte de sus ciudadanos.

Suecia colaboró secretamente con la CIA al autorizar vuelos de rendición extraordinaria desde su país. En 2001 colaboró en el secuestro extrajudicial de dos personas que tenían asilo político en Suecia. Esas dos personas fueron transportadas a Egipto, donde se les torturó.

El Comité contra la Tortura de la ONU, entre otros, ha calificado de ilegal la conducta de Suecia. En cuanto a la cuestión de extradición, Suecia ha accedido a extraditar a todas aquellas personas que han sido solicitadas por EE.UU. desde el año 2000. Suecia fue uno de los pocos países que votó en contra de la inclusión de Palestina a la UNESCO, sin abstenerse.

WikiLeaks develó las prácticas violatorias de los derechos humanos en las guerras protagonizadas por EE.UU. y ha expuesto de lleno los secretos de la diplomacia norteamericana alrededor del mundo. Desde ese país hay voces que han sugerido que usted sea tratado como criminal de guerra. ¿Por qué ese país entonces no ha pedido también su extradición?

Es cierto que me han acusado de terrorista, espía de la Mossad, espía de la CIA, todo menos periodista, ya que saben que si me nombran por lo que soy estoy protegido por la Primera Enmienda. Pero de hecho tenemos conocimiento de que EE.UU. tiene la intención expresa de extraditarme a su país. WikiLeaks ha publicado que uno de los jefes de la compañía Stratfor, una empresa de inteligencia privada con sede en Austin, Texas, tenía información de una acusación sellada en enero de 2011.

Además sabemos a través de entrevistas con asesores del Departamento de Estado, además de entrevistas con los embajadores de los Estados Unidos de América, en Australia y en el Reino Unido, que Estados Unidos está negociando y haciendo cabildeo para que estos países accedan a mi extradición una vez se haya aclarado el caso sueco. Además sabemos que los Estados Unidos de América y Suecia han mantenido reuniones informales acerca de mi extradición tan pronto como el 8 de diciembre de 2010, así lo reportó el diario inglés The Independent.

¿Cuál ha sido la posición de su país natal, Australia, frente a WikiLeaks y Julian Asange en particular? ¿Siente que estaría protegido allí si decidiera radicarse allá?

La situación política en Australia es muy frágil y preocupante de momento. Hace tan solo unas semanas se desató una gran pugna de poder entre la actual Primera Ministra, Julia Gillard, y el anterior Primer Ministro, Kevin Rudd. La disputa terminó con la renuncia de este último, que ejercía el cargo de canciller. Pero lo grave de esta situación fue que el escándalo ocultó una enmienda a la ley de extradición. Esta ley facilita la extradición por delitos políticos.

El mismo embajador de EE.UU. en Australia explicó en una entrevista que Australia tendría que revisar sus leyes de extradición en relación a mi extradición a EE.UU.

Parece que el gobierno ha seguido los dictámenes del superpoder, y tienen la intención de sacrificarme a mí y a WikiLeaks al altar de la alianza estadounidense. Considero que Australia ya no me protegerá, menos con el actual gobierno y la primera ministra Gillard. Gillard me ha acusado de obrar ilegalmente, irrespetando el principio de presunción de inocencia.

Luego tuvo que admitir que yo no había violado ninguna ley en Australia a regañadientes. Aún así, el gobierno australiano ha enmendado una ley, ‘la enmienda WikiLeaks', que amplía los poderes de los servicios secretos australianos para que puedan monitorear a una ONG Australiana como es WikiLeaks, aunque no se nos acuse de nada.

Sin embargo, hay que decir también que he recibido numerosas muestras de apoyo de la población de Australia. Hace algunos meses ganamos el premio Walkley, el equivalente al famoso premio americano Pulitzer en Australia, por la ‘extraordinaria contribución al periodismo'. En 2011 fui galardonado por el Sydney Peace Prize por mi trabajo con WikiLeaks. Comparto este honor con personas que admiro mucho, como Nelson Mandela y el Dalai Lama.

Lo que pasó con este galardón, sin embargo, me provocó tristeza y asombro. A pesar de la importancia del premio, un premio internacional que da mi país de gran prestigio, la embajada australiana en Reino Unido se negó a ser la anfitriona de la gala de entrega. La embajada propuso que la Fundación de la Paz de Sydney alquilara un bar cualquiera para la gala de entrega de premios.

Esa desconexión es precisamente lo que me alarma en mi país: por una parte el apoyo de la población, de los periodistas y de los abogados de derechos humanos, e incluso del anterior primer ministro Malcolm Fraser, y por la otra la actitud hostil del gobierno y la mayoría de los políticos, que no toman una posición firme para proteger a su ciudadano ante la ira del complejo militar-industrial de Estados Unidos. Es por tal brecha, por tal desconexión, que anuncié mi intención de postularme como candidato al senado de mi país en 2013.

Se ha creado la idea de que WikiLeaks busca principalmente enfrentar al Pentágono. ¿Es esa en verdad la razón de ser de WikiLeaks?

Este es uno de los ataques que carecen de fundamento. El material que ha publicado WikiLeaks desde 2006 concierne a cada país del mundo. Son cables diplomáticos y no hay ningún país que no se haya visto afectado por esa revelación. Desde el 2006 hemos publicado documentos de Reino Unido, Alemania, China, Cuba, Perú, Venezuela, Colombia, Irán, Somalia, Kenia, y otros muchos países. La acusación de que WikiLeaks sea una organización antagónica al Pentágono es una táctica.

Ni WikiLeaks ni Amnistía Internacional, por mencionar otra organización que persigue los mismos objetivos de justicia y transparencia, consideran que el Pentágono se encuentre exento de rendir cuentas a la población. Tiene que rendir cuentas a su propia población y a aquellas poblaciones donde está liderando una guerra.

A través de las grandes revelaciones de los documentos de Irak, sabemos que el ejército estadounidense estaba contabilizando las muertes de los civiles, aunque decían públicamente que desconocían los números: más de 100.000.

Si revelar crímenes de guerra y muertes de civiles inocentes a esta escala constituye a los ojos del Pentágono una afrenta, significa que los mecanismos democráticos en ese país han dejado de funcionar.

WikiLeaks es para muchos un referente de periodismo investigativo y más de un premio internacional les ha sido conferido por su actividad. Para otros en cambio, lo de WikiLeaks son solo filtraciones, más no periodismo. ¿Dónde radica el componente periodístico de WikiLeaks?

Usaré la misma pregunta como un ejemplo. Aunque mencionas que hay algunos actores que dicen que WikiLeaks no hace en realidad periodismo, no mencionan quiénes son ellos. Éste es un distractor utilizado por muchos periodistas. Eso es mal periodismo, el no nombrar a quienes afirman algo, ya sea porque al mencionarlos la afirmación pierde importancia o porque muchas veces nadie dijo lo que se afirma.

En el caso de WikiLeaks, quienes atacan verbalmente a la organización son o bien oficiales de los gobiernos o bien y, sorpresivamente, medios rivales. ¿Por qué se sienten como rivales dichos medios y ven a WikiLeaks como una competencia? Porque hacemos periodismo y hacemos mejor que el de ellos.

Los periodistas que toman una cámara para filmar una guerra son verdaderos periodistas, el periodismo no es garabatos de opinión, es encontrar, es ubicar, es extraer, es verificar, es seleccionar y presentar en un formato adecuado, con análisis completos, los hechos sobre el mundo, los hechos que pueden cambiar el mundo. WikiLeaks hace todo eso.

Los medios corporativos de comunicación hoy en día, con las nuevas tecnologías, tienen capacidad de crear opinión de acuerdo a sus intereses, como sugiere Chomsky. ¿Son un poder fáctico capaz incluso de someter a gobiernos?

La pregunta no es si los medios pueden controlar a los gobiernos o viceversa, puede que no haya diferencia entre ambos. La pregunta es cómo pueden las personas controlar a éstos.

Cuando los medios hacen su trabajo, éstos le dicen a las personas cómo las corporaciones y los gobiernos se comportan, sin ocultar verdades incómodas. Cuando un medio es corrupto, abusa de su posición de influencia y oculta información a las personas, o usa a las personas como un ejército personal en una lucha por sus propios intereses que no revela al público.

La mayoría, casi todas las organizaciones mediáticas grandes, están aquejadas por dicha distorsión, una corrupción institucional porque una vez que un medio crece y tiene suficiente poder, atrae a grupos poderosos que son capaces de controlar a las personas, entonces hacen tratos bajo la mesa para proteger ciertos intereses y para atacar a ciertos grupos.

Es por ello que es extremadamente importante impedir que los medios crezcan demasiado, y es por ello que la Internet ha sido un tremendo boom para la verdad. No porque todo lo que se publica en Internet sea cierto, sino por haber aumentado la barrera de entrada para que cualquier persona pueda publicar, para que miles de personas puedan publicar.

¿Está consciente de que removió el poder más sofisticado de los gobiernos: el secreto? ¿Cómo cambia eso el mismo espíritu del poder frente a la posibilidad de visibilizarlo desde la información?

Las organizaciones ocultan la información por una razón. Es caro dedicar recursos a ocultar la información y algunas veces la información se oculta con motivos que todos apoyaríamos en teoría, pero la mayoría de las veces la información es ocultada por una organización porque percibe que el público actuará en su contra si sabe lo que ha hecho o lo que está tramando.

Si es muy difícil para una organización, incluido un Estado, ocultar la información al público, es para ésta muy riesgoso proceder con un plan sucio, perpetrar una injusticia. Si se saca a luz los planes para llevar a cabo algo sucio o injusto, muchos de estos planes se pueden evitar. Porque una injusticia, una vez expuesta es lo opuesto y por lo tanto es muy poco probable que sea llevada a cabo o mucho más difícil para llevar a cabo.

Si los gobiernos no pueden hacer planes injustos, entonces los gobiernos solo pueden ser una herramienta para la justicia social. De forma similar las corporaciones, si es más fácil hacer un plan justo que un injusto, la mayoría de sus planes serán justos.

¿El material dado a los medios, con la información entregada, también no reveló la precariedad de los medios frente a lo que oculta el poder, o cierta complicidad de los medios con ciertos poderes?

Sí, encontré mucho de eso que menciona. Por ejemplo, en nuestra publicación de los cables diplomáticos, conocida como Cablegate, el periódico The New York Times avisó a la Casa Blanca que publicaríamos los cables diplomáticos aproximadamente dos semanas antes de que éstos salieran a luz por los grandes medios.

Lo que es más grave aún fue que este periódico cedió el control editorial por completo al gobierno, al Departamento de Estado, informándoles cada día antes de publicar qué cables en específico iban a salir.

Como resultado de dicha acción se suprimió y nunca se publicó una historia sobre el gobierno de los Estados Unidos y un escuadrón de sicarios dentro del Ejército, a pesar de que la historia ya había sido escrita por uno de sus reporteros.

Como éste, hay muchos otros casos, no solo fue The New York Times, El País redactó partes de los cables no para proteger a fuentes sino por razones políticas. Der Spiegel en Alemania censuró al menos un cable sobre Merkel y la guerra en Afganistán por razones políticas; The Guardian censuró cientos de cables, por ejemplo, que la Primera Ministra de Ucrania, Yulia Tymoshenko, ocultaba su fortuna en Londres y que la corporación Italiana ENI era corrupta.

Le Monde decidió no solo redactar sino además suprimir párrafos enteros de los cables diplomáticos sobre el África subsahariana. Es sorprendente además que un diario como The New York Times únicamente publicara 190 cables diplomáticos, menos de 0.08 del material revelado.

¿Es posible regular a los medios, sin afectar a la libertad de expresión? En Ecuador, por ejemplo, no ha sido posible todavía acordar una ley regulatoria de medios, porque se argumenta que regulación equivale a censura. ¿Es esto necesariamente cierto?

Los mercados deben regularse para mantenerse libres, de otra forma las grandes empresas se transforman en monopolios o duopolios. Esto pasa también con los medios. Cuando las corporaciones de medios crecen demasiado tienen mucho poder en el mercado de las ideas y tienen además la capacidad de abusar de dicho poder y distorsionar la información, información en la que la gente basa sus decisiones, en la que las personas confían.

Es cierto que si no se tiene regulación de los medios para estos actores poderosos, el día de mañana podríamos observar a una corporación de bebidas pagando al periódico local más importante, por ejemplo El Comercio o El Universo, para que éste publique una nota diciendo que el producto de su competidor contiene cianuro.

Sin embargo, aún con regulación, si un medio es grande y poderoso, está en la capacidad de colocarse por encima de la ley, por medio de sus conexiones y contactos, o que bien abuse de la legislación para afectar a la competencia.

Creo que el correcto acercamiento al tema es tener poca o ninguna regulación de los medios para individuos y pequeñas editoriales, y además romper los monopolios mediáticos y que éstos no puedan abusar de su posición dominante en el mercado.

Si no es políticamente viable romper con dichos monopolios, entonces su comportamiento debe ser regulado de una forma cuidadosa.

¿Cuáles son los principales elementos de la ley de medios que WikiLeaks promovió en Islandia y que han sido acogidos para su aprobación por el parlamento islandés?

La idea detrás de la Iniciativa de Medios Modernos presentada ante el Parlamento islandés es promover la industria de la Internet y la diversidad de los medios y por tanto la democracia a un nivel internacional, proporcionando protecciones y salvaguardas para publicaciones como WikiLeaks.

Esto se hace de distintas maneras, haciendo más fácil el registro de una organización de medios extranjeros, haciendo el requerimiento legal de que los periodistas protejan a sus fuentes, proporcionando legislación que proteja y prevenga la destrucción de material que ya ha sido publicado y los archivos históricos, y dando un premio anual a la libertad de expresión.

Está diseñada para proteger el periodismo investigativo real, como opuesto al periodismo capitalista. Está diseñada a proteger un periodismo como el de WikiLeaks de los abusos del sistema legal que las compañías usan para parar a los periodistas de investigación.

El mayor ataque a WikiLeaks de momento se ha perpetrado no directamente por el gobierno, pero por bancos y corporaciones hay más de cien ataques legales de momento. En su mayoría son instituciones financieras. Muchos periodistas han dejado los Estados Unidos para evitar ataques de las corporaciones a sus trabajos, por ejemplo en otros países pasa también que los periodistas se van al exilio para poder publicar o por lo que han publicado.

Como repercusión directa de WikiLeaks en Ecuador se expulsó a la Embajadora estadounidense. ¿Qué opinión le merece una reacción así?

Antes de que Ecuador tomara la decisión de expulsar a la embajadora estadounidense fueron expulsados diplomáticos de México y de Libia. De la evidencia contenida en los cables diplomáticos parece ser que estos funcionarios decían una cosa a sus contactos locales o con las personas con las que almorzaban y otra muy distinta cuando enviaban sus reportes a Washington. Por lo tanto, no es una sorpresa que el gobierno de Ecuador perdiera la confianza en la Embajadora, en dichas circunstancias.

En lo personal, difiero con la decisión de expulsarla porque creo que habría sido una mejor estrategia quedarse con “el diablo conocido”.

¿Qué opinión en general le merecen los procesos de cambio que ocurren en gran parte de Latinoamérica en la última década? ¿Conoce algo de lo que sucede en Ecuador, en particular?

He observado la fortaleza que crece en términos de cohesión y cooperación Sur – Sur, democratización, y ahora el liderazgo latinoamericano es reconocido en la escena internacional. Sobre Ecuador, es un país que está implementando medidas para reducir la pobreza y la desigualdad y eso es positivo.

Usted prepara un programa de entrevistas para la TV. ¿Cuál es el perfil del mismo? ¿Lo podremos ver en Latinoamérica?

Sí, estoy filmando un programa que explora hacia dónde va el mundo en el futuro, utopías, desarrollos técnicos... Para ello he entrevistado a los más brillantes o de más impacto personas de distintas partes del mundo. Entre las personas que he entrevistado se encuentran desde pensadores como Noam Chomsky hasta el presidente de Túnez, por mencionar a algunos.

Julian Assange se convirtió en un icono moderno del activismo contestatario. ¿Cómo observa este activismo en las nuevas generaciones, en los jóvenes latinoamericanos?

Vivimos en el mundo que nuestros sentidos perciben. Nuestros límites son los límites de nuestras percepciones. Esta generación sabe más que ninguna otra generación jamás. Sus acciones eclipsarán a todas las generaciones pasadas. Para cambiar el mundo en el que vivimos, observamos, pensamos y actuamos. Para observar, abrimos nuestros ojos.

Para pensar, abrimos nuestras mentes. Para actuar, abrimos nuestros corazones al coraje, a la valentía. Nuestros ojos nunca antes han estado tan abiertos. Nuestras mentes nunca antes han sido tan ágiles como hoy. Y nuestro valor, nuestro coraje, se está esparciendo como un virus.